sábado, 10 de marzo de 2012

La soledad, rasgo propio de ésta época.


La soledad se ha vuelto un rasgo propio de esta época. Si bien para algunos es casi hasta necesaria para otros es una tragedia que palpita cada día. En esta contradicción encontramos que varios sostienen que es un mal de nuestro siglo, y que por lo tanto debemos estrechar más vínculos mientras que otros predican la autonomía y el individualismo. ¿Qué es lo que queremos realmente? ¿Estamos preparados para vivir sin compartir?
Aún en esta era donde la tecnología y la comunicación dominan, en la cual las relaciones entre los individuos son permanentes, existe un número de personas que tienden a aislarse con un doloroso sentimiento de soledad. Ya sea por no afrontar los riesgos que se tienen al compartir, o la frustrante idea de que el otro puede llegar a dañar y quitar el espacio personal, el hecho se expande por todas partes. No solo lo he notado en varios adolescentes, que pasan horas  navegando por la redes sociales, o visitando sitios webs que disminuyen sus sentimientos de soledad, sino aun en niños que se aíslan para jugar o en personas mayores que prefieren encerrarse en el cómodo confort del hogar o en una vida reservada, antes que crear un vinculo con otro ser.

Las causas pueden variar, según el tipo de persona que sea, o las circunstancias en las que se dé el fenómeno en la vida de ésta, pero lo que se puede vislumbrar claramente es que ésta sociedad centra a las personas en lo éxitos materiales y que el consumo nos hace victimas y nos crea la idea de que es vital para la existencia. Para el filósofo Gilles Lipovetsky, “serían las frustraciones las que llevarían al individuo a consumir tanto. Cuanto más se multiplican las contrariedades de la vida privada, mas se desencadena el consumismo a modo de consuelo, satisfacción compensatoria y medio para levantarse la moral”.  Es a partir de este impulso consumista que se comienza a tramar una cadena de hechos, que tienden a fomentar más la soledad, distante de satisfacer, “a pesar del mejor nivel de vida y de los modernos instrumentos de comunicación, no disminuye el malestar anímico y aumenta todavía más el aislamiento”, continúa afirmando Lipovetsky. Tampoco internet nos transporta a la salvación esperada. La multiplicación de las redes sociales y de las páginas de encuentro no necesariamente estrechan los lazos, ya que “allí también el individuo se encuentra como uno entre la multitud de iguales, de los que cuesta diferenciarse.
            Los vínculos personales que tomar forma en al sociedad moderna se naturalizan con el paso de los años. No por casualidad la soledad sige arrastrando una imagen negativa. Se compadece a una persona aislada, se lamenta que no haya encontrado a nadie que la acompañe en su recorrido vital y se imagina su tedio, su depresión y su frustración. Y los verdaderos solitarios, aquellos que no viven ninguno de éstos síntomas, apenas se atreven a mencionar su estado porque temen la imagen negativa que su situación puede traerles. ¿O acaso no se escucha todavía los clásicos comentarios como “pobrecita, no consigue novio” o “con ese carácter te vas a quedar solo”?

      En realidad el sentimiento de soledad es una noción subjetiva. Es que uno puede sentirse solo tanto en una muchedumbre como en una familia, e incluso en una pareja. Se trata de un sentimiento de vacio interior que no corresponde con una necesidad de compañía sino mas bien con la sensación de estar desconectado del mundo, casi incomprendido. En el fondo, es la aguda conciencia de su situación de ser humano que está frente a si mismo y a la muerte.
            Como en las sociedades modernas, las personas se encuentran para no enfrentar sus miedos, aquellos que disfrutan de la soledad son vistos como bichos extraños. Así como hay quienes se enriquecen de sus momentos solitarios, también están aquellos que permanecen aislados, y algunos no hablan cotidianamente con otros. Esto refleja claramente las dos caras de la misma moneda: la soledad es a veces penosa y desesperada pero a veces puede aportar momentos ricos de los que podemos extraer energía, inspiración y juicio. Las vivencias son más bien diferentes, aunque las cifras cuantitativas incluyen a todos en al misma bolsa. En Francia, por ejemplo, 8,3 millones de personas vivían solas en sus casas en 2004- cerca del 14% de la población- Este número no solo se duplico en treinta años sino que además, se estima que alcanzará el 17% de la población en 2030. Mientras que en Uruguay, salvando la aclaración que aquel que vive solo puede tener una pareja en otro domicilio, los hogares unipersonales han aumentado significativamente en los últimos veinte años. Un estudio realizado por el Instituto Nacional de Estadística en 2009, revela que los hogares conformados por una sola persona pasaron del 11,5 % al 20,8% entre 1986 y 2007. Esto se da más entre los más jóvenes y los adultos mayores de 65 años.
            Los vínculos de pareja alternativas al matrimonio le hacen cada vez mas sombra a la unión tradicional. En el siglo XVIII se asistió al surgimiento  del amor romántico. Desde entonces, porque se ama, se pone por delante el amor. Pero a partir de la década del noventa del siglo pasado, las cosas volvieron a cambiar ya que existe el amor ¿Por qué casarse?. La institución ya no es el matrimonio sino el amor, es así que varias personas, más común en mujeres han tenido en pocos años inclusive meses,  novios o “maridos” en sus vidas que en cualquier otra época pasada. EN ESTE CONTEXTO, NO NOS SORPRENDE QUE SE HAYA VUELTO COMPLICADO LOGRAR VINCULOS FUERTES Y DURADEROS. La visión del sociólogo Zygmunt Bauman aporta una mayor claridad al sotener que existe una tendencia actual a tratar a los seres humanos “como objetos de consumo y a juzgarlos como se juzga a tales objetos, por el monto de placer que puedan ofrecer y en términos de lo que se obtiene por ese precio”.   
Queremos lo mejor al menor costo. Cuando el otro ya no cumple las expectativas, es devuelto a la fábrica aunque haya expirado el periodo de garantía. Y si hablar de separaciones se trata, las mujeres asumen un papel relevante, tres de cada cuatro solicitudes de divorcios se producen por iniciativa femenina.


               Tras una separación, es importante reconstruirse solo, sin una pareja que sirva de muleta. Esto es la única razón por la cual debemos aprender a andar solos: se trata de un recurso que nos permite estar en contacto con los sentimientos propios, desarrollar la imaginación creativa e incluso soportar mejor la pérdida. Perder un amor no tiene porque tornarse una catástrofe insoportable, por el contrario, el simple hecho de haberlo vivido debería ayudar a recuperarse. Suena simple pero cuando se lleva a la práctica se hace más difícil de lo que parece. Y eso es justamente una consecuencia del mundo en que vivimos: se valora vivir con alguien pero se comienza a vislumbrar una necesidad del espacio propio, algo que va más allá de vivir solo, con familia o en pareja.
                 La soledad es audaz y peligrosa. Frente a un mundo donde las relaciones humanas tienden a reducirse al trabajo y al sexo, debe haber distintos modos de relación más íntimos, de solidaridad, de amistad: relaciones desinteresadas, sólo por el placer de estar juntos. Es una forma de mantenernos alejados de la mediocridad efímera, para privilegiar las amistades profundas. En este nuevo modo de vida habrá más personas importantes para uno, no habrá una única.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Sinceridad


“Tuve que tomar una decisión, elegir ser o no ser una u otra cosa, saber que quería para mi vida, si una vida de alegría o una vida de mucho dolor, entonces tuve que ser sincero”- Christian López Fonseca


Cuando uno opta por una u otra cosa en su vida, tarde o temprano las consecuencias llegan ¡Y qué profundas que son! Solemos pensar que somos libres de elegir lo que queramos, y en parte esa falsa idea nos ciega y nos hace creer que todo es cierto… y de pronto vamos cayendo en nuestras propias mentiras y nos engañamos a nosotros mismos. Es muy triste engañarse a uno mismos, es como estafar nuestra propia conciencia, que al final nos pasa la factura. Por eso, hoy mi reflexión conlleva otra vez a mirarnos juntos al espejo y tratar de ser más sinceros.
La sinceridad es una cualidad que muy pocas personas suelen mantener a lo largo de toda su vida. Algunas la desarrollan en su niñez, otras en la juventud, otras cuando han llegado a la madurez, mientras que los mas comunes de los seres humanos, se dan cuenta de lo mejor que hubiese sido su vida al ser sinceros cuando están por cerrar los ojos y dejar este mundo para siempre.
Decimos que la sinceridad no pasa por decir que ropa le queda mejor a un amigo, o que modelo de celular le aconsejamos a nuestra pareja comprarse con el próximo aguinaldo. Hablamos de la sinceridad que debe existir con nosotros mismos cada vez que tenemos que tomar una decisión importante, cada vez que tenemos que ser capaces de elegir, en cada circunstancia que tengamos que ser parte de una acción relevante. La franqueza frente al espejo, frente a la propia conciencia es una característica de una persona de éxito, de una persona honrada y verídica, de un ser que espera lo mejor para su vida y la de sus seres queridos.
            Un niño es sincero, y cuando no lo es, es porque algún mayor le ha opacado esa cualidad divina. Ese don que proviene de la propia existencia pre terrenal conlleva a una vida sana, inocente, pulcra, honrada y abierta al amor. Es tan simple para los niños abrir los corazones y hablar con la verdad, que cuando descubren que les hemos mentido, dejamos una herida en sus corazones que jamás olvidarán.
Recuerdo la historia de uno de estos pequeños que fue engañado por su madre cuando él creía tanto en sus palabras.  Ella le había dicho que su padre volvería pronto de un viaje, que el podría verlo enseguida, y el con esa confianza nata, le creyó. Esperó y esperó, hasta que como todo niño comenzó de nuevo a preguntar por su progenitor, y la madre ya no tuvo como esconder su mentira, ya que el tiempo que le había dicho no era cierto y el padre no demoraría algunos días, sino meses en volver; decidió decirle la triste realidad para su hijo. ¿Cómo pudo el niño haber reaccionado? Se puso triste. Lloró y quiso ir a buscar a su padre por él mismo, enseguida que comenzó a caminar hacia la puerta y que luego la abrió, se dio cuenta que ni siquiera sabia donde empezar a buscarlo. Y la frustración se apodero del infante. La confianza sincera en la madre desapareció por un tiempo, y se acrecentó cada vez que recordaba este episodio.
         Seamos sinceros, es la mejor opción... 
            

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Me encanta el arcoiris

“Me encanta el arcoíris después de ver llover y pienso en lo limpia que la tierra ya se ve, tal como tierra limpia cuando acaba de llover, yo quiero comportarme bien…”- Canciones para los niños, pág. 53.
           
            El arcoíris es un fenómeno encantador a la vista cuando después de las lluvias y de las tormentas asoman entre las nubes, o en medio de las lejanas montañas y cerros, los seis colores primarios, que nos dan esperanza y nos dejan ver más allá de la destrucción y el nerviosismo de momentos previos. Si lo vemos mas detenidamente, en nuestra vida ocurren situaciones en que esos mismos arcoíris aparecen, otras veces se dejan ver con más facilidad y otras pasan desapercibidos, pero aun así, nos dejan buenos sentimientos. Pero la cuestión ahora no es analizar cómo es que podemos salir de los problemas, pues ya es de muchas palabras el tema y de profundos análisis. Queremos en tanto abordar la capacidad que en medio de esas dificultades, debemos desarrollar como seres inteligentes que somos, para sobresalir y rescatar los mejores momentos. Anteriormente habíamos compartido que es sólo por medio del acercamiento a uno mismo que cada persona [llega] en si [a ser] importante, no importa la condición social en la que se encuentre, ni su ideología política, religiosa u orientación sexual”.  Ahora llegaremos a comprender que hay algunos procedimientos psicológicos vinculados a la autoestima y a la esperanza que podrán contribuir mucho a la realización de una aptitud mejor para sobrellevar las cosas. 
            La autoestima se construye con el conocimiento que podemos tener de nosotros mismos. Es empezar a querer mejorar nuestra existencia, es vernos como criaturas increíbles, como individuos capaces de lograr todas las cosas buenas que deseemos, es aprender a construir seres no solamente inteligentes, sino llenos de talentos para ayudar, para velar por los demás, para ser felices juntos. Los que logran una autoestima equilibrada que no está ni en el borde del egoísmo ni en el del orgullo personal, sino en una trayectoria marcada por la realización colectiva, empiezan a desarrollar esa parte que todos llevamos dentro, y que debemos empezar a usar mejor. En sus aportes en la investigación del juego infantil, Wallon, que fue el fundador de la psicología histórica, sostenía en su teoría del ejercicio que “el juego es una finalidad sin fin, una realización que solo tiende realizarse a sí misma. Si entra el utilitarismo o se subordina como medio a un fin, pierde la atracción y las características del juego”, es por eso que si los niños comenzaran a subordinar sus antojos y caprichos en el momento que se integran en un juego, por ejemplo, el resto se desequilibraría y empezarían los conflictos. Lo mismo sucede en nuestras relaciones con los demás, si antes no sabemos quiénes somos, ni qué importancia tenemos en la familia a la que pertenecemos, la escuela, la comunidad, o medio laboral, somos como describió Wallon al juego, “una finalidad sin fin”. Nos volvemos sujetos sin ningún sentido, la exploración jubilosa y apasionada que podría tendernos a probar una función (la autoestima), en todas sus posibilidades, nos deja aprisionados en nuestros miedos interiores, sin definición ni de nosotros ni de los sentidos que nos rodean.
Afirmamos que si bien la autoestima es el primer paso que deberíamos dar para entender los colores del arcoíris que por momentos aparecen en nuestra trayectoria, la esperanza es la otra puerta que se debería abrir para que ambas comiencen a caminar juntas, mientras que nosotros ahí alado también lo hagamos con ellas, después de destrabar todas las trancas que vienen con el acercamiento a nosotros mismos. En este sentido es donde ya deberíamos dar por sentado la condición que tenemos como seres sociales que somos, entendiendo lo importante que somos también en este mundo, pero más que nada, la gran contribución que hacia los demás debemos proyectar siempre. La esperanza se vuelve un hecho palpable, si bien es la expectativa confiada y el anhelo de recibir las promesas por contribuir, es además apreciar el valor de las personas o de los objetos que nos rodean, con la visión de expansión propia de nuestra realización individual y maravillosa. Tener esperanza es servir a la formación de sueños, de  proyectos, de metas, pero que si seguimos trabajando no queda solamente en bondadosos anhelos, se vuelven realidad, se transforman en hechos, empieza el cambio.
            La esperanza como el arcoíris que llega después de la tormenta, se puede elevar por las alturas, sin embargo si confundimos tener esperanza con hacer proyecciones egoístas de nuestros más íntimos anhelos, nos estamos volviendo egocéntricos, y como la leyenda lo cuenta, creemos que el tener esperanza y vernos mejor en el futuro, es encontrar un jarrón lleno de oro al final del arcoíris. Acá la esperanza, como el arcoíris, tan distante, hermosa, casi tocando el sol, se opaca por las nubes de nuestros lobos rapaces interiores, y el hombre, proyección de la divinidad, se vuelve orgulloso, presto para desobedecer, injusto e impaciente ante las dificultades. Y como resultado, el balance que habíamos hecho al tener autoestima y ser esperanzados, se termina desvaneciendo.
Es de importancia destacar que debemos comprometernos con lo mejor, y hasta ahora hemos dicho que es por medio de empezar a querer mejorar nuestra existencia y del anhelo de recibir las promesas por contribuir, que seremos capaces de notar mucho más las bendiciones que recibimos y de visualizar mas claramente los buenos sentimientos, en vez de estar constantemente preocupados por problemas que a la larga se vuelven insignificantes. Perdemos tiempo de estar con nuestros mejores afectos, los padres con los hijos, los hijos con los padres, de compartir sonrisas más que miradas de irritación, de hacer reír a los demás, de volvernos personas alegres, dispuestas, abiertas y fieles a nuestras creencias. Llegamos a ridiculizarnos, a ser títeres de la burocracia, del imperialismo, de la maldad de la competencia desmedida, y otra vez el fruto es el mismo, el egoísmo y de desesperanza.
Cada uno sabrá a partir de ahora en que etapa se encuentra, si todavía le falta mayor valoración propia, si sigue estancado en la elaboración como persona a partir de las ideas que tengan los otros de el o ella, o si ni siquiera nunca supo lo que es tener esperanza. Es nuestra expectativa que cada uno pueda, en su propio y debido tiempo, aprender a notar los arcoíris de su existencia, a no ser un juego sin ningún fin, y que cuando alguien o algo le indique erróneamente que algo no se puede hacer, se levante con firmeza y defienda que sí lo puede hacer, y que si se puede cambiar para bien. Todo dependerá ahora de cuanto nos estimemos a nosotros mismos, y de cuan abierto estemos para ayudar a los que nos rodean a ser mejores...

viernes, 29 de julio de 2011

Acercamiento


“Hay porciones de las sendas que andamos en silencio y que los demás se empeñan en prejuzgar sin conocer lo que llevamos por debajo, lo que nos hace tanto daño por momentos no acaricia suavemente hasta llevarnos al éxtasis”- Christian López Fonseca
           
              En realidad todo parte desde el momento que llegamos a darnos cuenta  de que lo que tanto habíamos construido, y el empeño que le pusimos a las cosas que creíamos mejor para nuestras vidas, ya ni siquiera nos ha dado el resultado que esperábamos. Si bien estamos condicionados por muchos factores en nuestras vidas, la familia y los amigos, las costumbres y tradiciones de nuestra cultura, y hasta la concepción de nuestra propia conciencia del mundo que hemos ido creando, llega un día, que la parte humana y afectiva se despierta. Algunos lo llaman “salir del closet”, otros lo califican de “destaparse” o de mostrar lo más íntimo de uno a la luz de todos, sin embargo yo lo llamaría el acercamiento al individuo mismo.
        Durante años hemos estado pensando en lo que otros podrían llegar a pensar de nosotros. Nunca nos atrevimos a comprarnos esa remera verde manzana que vimos en la tienda del barrio porque “no sé lo que puedan pensar de mi mis amigos o mis vecinos cuando me vean con ella”. Jamás nos hemos tomado la libertad de perfumarnos con las fragancias que más nos gustan y que tanto queremos tener de la farmacia porque “es un aroma muy fuerte” y quizás “afecte el olfato y gusto” de tal o cual ser. Nos hemos malacostumbrado a pensar mucho en lo que los demás podrían llegar a creer. Aun ahora, en este preciso momentos tanto quien escribe como tu que lo estas leyendo estamos pensando en como reaccionaran los demás cuando se enteren de este articulo o cuando lo lean y sepan de que trata. Es una cuestión netamente psicológica, que proviene de nuestra mente, y que como tal, a veces se acostumbra tanto a herir nuestros sentimientos y a nuestro corazón que nos volvemos cada vez mas fríos e indecisos a la hora de exponernos frente al mundo. 
            A la corta edad en que comenzamos a diferenciar lo bueno de lo malo, a darnos cuenta de las cosas que está bien hacer y de las que no debo realizar, es el momento en que comenzamos también a elaborar prejuicios sobre nosotros mismos y los que nos rodean. Según estudios psicológicos y científicos esta constatado que los niños comienzan a dar pasos de diferenciación de los conceptos del bien y del mal, de lo que esta bueno hacer y de lo que no, a partir de los 7 a los 8 años de edad. Es en estos momentos que el niño se encuentra en un estadio de desarrollo que le permite elaborar mejor los conceptos y como Piaget lo expresó es a partir de los  7 a 11 años de edad cuando se habla aquí de operaciones concretas, haciéndose  referencia a las operaciones lógicas usadas para la resolución de problemas. El niño en esta fase o estadio ya no sólo usa el símbolo, es capaz de usar los símbolos de un modo lógico y, a través de la capacidad de conservar, llegar a generalizaciones atinadas.
Por lo pronto el mundo que el niño comienza construir se afirma en la conceptualización de lo que esta bien hacer y de lo que no se debe hacer. No esta mal ni criticamos el hecho de que esto suceda, ya que es necesario que como individuo racional y lógico que se espera que sea, comience a tomar decisiones por si mismo, y a valorar que el darle un beso a la mamá es una demostración de afecto valiosa o a entender que el cruzar  la calle con el semáforo en rojo esta mal. Pero es de desde esta instancia de elaboración, que comienzan a despertarse la construcción de prejuicios, basados en la experiencia ajena o en la cultura que lo domina todo.
            El hecho de saber que juguete es de varón y cuales son los de las nenas, y entender que nunca será aceptado que un niño abrace o se relacione con una muñeca o que una jovencita se entretenga jugando a las carreras con los autitos de colección de sus hermanos, van dando a la pequeña y precaria razón del niño la idea de que ser hombre o mujer implica hacer algunas cosas propias de su condición como tal, y de dejar otras de lado, ya que mamá o papá se disgustarían mucho si vieran que estoy desafiando las reglas del buen entender y saber social que lo rodean. El individuo deja entonces de pensar en si mismo, y comienza a elaborarse como persona a partir de las ideas que tengan los otros de el o ella. Se alejan, algunos se vuelven tímidos, otros agresivos en la escuela, otros callados y pensativos, y algunos groseros y resentidos, todo ello producto de la falta de valor por el mismo o ella misma, y la pérdida de aceptación por aquello que el ser necesita tanto y se siente identificado, y los padres o sus mismos pares no lo aceptan.
Al inmiscuirnos en la adolescencia, las cosas se tornan más difíciles y la vida parece tener más problemas que días lindos de diversión, de playa y sol. Las responsabilidades que los chicos comienzan experimentar, los ponen cada vez mas nerviosos o tensos, el tener que comenzar a estudiar más para la secundaria, el empezar a conocer el cuerpo que en la pubertad lleva consigo a la evolución de un estado infantil a uno adulto y maduro, el crecimiento físico y cambio de la voz en los varones y la menstruación en las mujercitas, como el querer verse linda y atractiva, son fenómenos inevitables y que por lo tanto conllevan a que los conceptos que antes se habían elaborado con tanto afán y preámbulo, se arraiguen cada vez mas y los prejuicios y falsos argumentos se vuelvan un ideal universal.
            En el Uruguay los índices y porcentajes de suicidios son muy altos. Cada año las cifras son alarmantes. La comparación con las tasas internacionales muestra que nuestro país tiene tasas muy altas de suicidio, que lo han llegado a ubicar en el primer puesto de los países no industrializados. Un análisis de la distribución del suicidio por sexo y edad muestra una preponderancia en el hombre, en la séptima y octava décadas de la vida, la utilización de métodos violentos y, en más de 50% de los casos, la aparente concomitancia de trastornos psíquicos. El intento de autoeliminación muestra, en cambio, un petril con preponderancia en la mujer joven (segunda década) utilizándose principalmente la ingesta de medicamentos (psicofármacos) como método. Es de cuestionarse entonces como puede ser posible que en un país pequeño, que carece de conflictos bélicos, hambrunas o pestilencias y catástrofes naturales de gran trascendencia, logra tener uno de los índices más tristes y desgarradores a nivel mundial, existiendo una aparente paz de conflictos e intereses políticos, con una tasa de desempleo equilibrada, y una ciudadanía que goza de educación y salud gratuita, puede perder tantos ciudadanos heridos por sus propias manos.
            Mi reflexión vuelve a enfocarse en la concepción que el individuo tiene de si mismo y de los que lo rodean. Como hemos visto es en las etapas mas cruciales de la vida y de mayor trascendencia para el desarrollo emocional, psicológico y espiritual del ser, que también se forjan las ideas erróneas del tipo de persona que debemos ser, las cosas que alguien aparentemente “normal” debería estudiar o en que rubro laboral desarrollarse, y la elaboración de un mundo afectivo distribuido entre los pares y la familia, que se enfoca en la auto contemplación de lo que nosotros mismos queremos mostrar y no en lo que realmente nos gustaría sacar a luz y exponer en todas las vidrieras de mi existencia. Si bien conlleva a enfrentarnos al ridículo y a las funestas manos juzgadoras de cualquier persona, que nos hace sufrir y que nos aleja de los mejores sentimientos de felicidad, armonía y paz, es absolutamente necesario que aprendamos a auto valorarnos, respetar lo que sentimos, y no permitir que ante ninguna circunstancias no juzguen de lo que solo nosotros podemos saber mejor que nadie, entender y experimentar.    
            Las buenas costumbres éticas, de modales y refinamientos de las personas que conllevan a la estabilidad social son de gran valor, pero no por esto debemos pensar que somos menos importantes de lo que los demás creen, o que por comportarnos diferentes, llamativos y auténticos, colapsamos con las costumbres éticas que nos rodean. Cada persona en si es importante, no importa la condición social en la que se encuentre, ni su ideología política, religiosa u orientación sexual. En ésta última si bien actualmente las ideas han sido ultra liberales y han cambiado algunas mentes obsoletas, son la causa de un alto índice de descontento general, ya que el mero hecho de comprender lo que es realmente mantener relaciones sexuales con una persona, que es algo sagrado y de un valor intrínseco, hace que las personas sigan elaborando conceptos erróneos, de naturaleza discriminadora y racista. Existen en la adolescencia momentos de descontento y desorientación cuando a un chico le comienza a gustar su compañero o a una chica su mejor amiga. El dolor que se siente por la falta de apoyo y la soledad dan como resultado la apatía frente a las responsabilidades, la rebeldía ante la autoridad, sea cual sea esta, o hasta la contemplación de terminar con la vida, ya que es en esta misma donde el ser humano debe encontrar el gozo, razón de su existencia, y si esto no es posible, nada tiene valor y las cosas cobran un tinte catastrófico y deprimente. Es por eso que es tan importante desprendernos de los falsos juicios, volvernos mas caritativos y compresivos, y escuchar, ante todo escuchar a quien casi a gritos nos pide ayuda y socorro. No nos hagamos los oídos sordos frente a las realidades que nos hacen dar vuelta la cara, apagar el tel, cambiar de vereda o mirar a otro lado, cuando es nuestra responsabilidad como seres inteligentes y llenos de amor que somos, responder frente a las vicisitudes de nuestros semejantes.  Que nadie se queje nunca de nuestra indiferencia, que más que ayudar a incrementar la razón misma, la apaga y la hace inútil, la trunca y la restringe frente a toda buena intención de afecto, desarrollo individual y realización del ser mismo. Es el ruego de todos los que una vez pedimos a gritos ayuda, pero las puertas se cerraron y los corazones se volvieron de piedra, y mas que nunca quisimos abandonar el barco antes de tiempo, que la vida sea lo mas hermoso, que sepamos a donde dirigirnos y que si los caminos son diferentes, sepamos como verlos, contemplarlos y seguir adelante con nuestra propia realización o nuestro propio acercamiento…


Christian López Fonseca


Bibliografía:
·         Rev Med Uruguay 1990; 6: 203-215, “Alta tasa de suicidio en Uruguay. Consideraciones a partir de un estudio epidemiológico”- Dr. Federico Dajas
·         “Estadios del desarrollo”- Jean Peaget

martes, 5 de julio de 2011

AUN LOS SUEÑOS DEJAN VACÍOS, ¿NO?


Sin querer quedó un vacío, nunca antes me había sentido así, parecía tan real, él como Arnau y yo un fraile. La próxima vez que lo vea, ya sabrá que voy a hacer, perdón pero los vacíos hay que llenarlos... Lo vi de lejos, me acerque sonriente, casi gritando por dentro de la emoción, no pudimos abrazarnos, porque ahí enfrente estaba esa gran estructura de piedra. Él era todo un caballero medieval, y yo un fraile; un religioso delgado y casi calvo, lo se porque me pasé la mano sobre la cabeza y casi no tenia pelos, trataba de sacar el polvillo gris que provenía de esa construcción y que rodeaba todo el ambiente. Se llamaba Arnau, y yo así algo como Joanette, fue lo que pude entender entre tanto alboroto... Pero el vacío que sentí al querer abrazarlo como que hacia tiempo que no veía a mi hermano fue grande, al despertar tenia miedo, desilusión.
Todos, grandes o chicos hemos tenido estos tipos de sueños, a veces nos dejan perplejos y sin entender muchas cosas, pero en ocasiones aparecen en las noches en que la soledad nos ha encontrado desprevenidos, y a la mañana siguiente estamos ahí, sin encontrar solución, con esos pensamientos que provienen de la mente confusa y sin capacidad de comprensión.
Así me sentía yo, sin entender nada, pero con la real sensación que quedo por toda la  mañana. Es extraño, vienen y se van, pero en mi corazón, y en el tuyo parecen haber estado marcándolos con fuego, porque por nuestra vida continuaran por siempre.
Los sueños son productos de la mente, no es novedad que aun los animales lo hagan, es una parte de la naturaleza que se vincula con las expresiones de la vida misma. Son las que salen de nuestro más recóndito rincón cerebral y se expresa en imágenes, sonidos y hasta fenómenos que llegan a traducirse en escalofríos, temblores, perdida de la voz y de la fuerza corporal por algunos segundos, y después la permanencia de la mente confusa y estresada. Los sueños siempre acompañaron la experiencia humana, por lo que desde la antigüedad los pueblos procuraron encontrar sentido y explicación. Para muchas culturas el misterio de los sueños adquirió características de revelación y en torno a él se construyeron ceremonias y ritos. Casi no hay escritura antigua en la que no encontremos testimonio de la preocupación y el interés por los sueños. En Occidente fueron una prueba de la existencia del alma o un medio de comunicación utilizado por los dioses.
            A modo de explicación del mecanismo de los sueños, podemos decir que la vida emocional requiere tiempos de elaboración. Todo lo que hacemos y sentimos se va almacenando en alguna región de nuestra conciencia. Nada cae en el olvido, somos capaces de recordar hasta la menor palabra y el mínimo detalle. Sin embargo, este almacenamiento es automático, masivo e indiscriminado. No pasa necesariamente por el filtro de la razón, por lo que también necesitamos otro momento para clasificarlo y asociarlo con otras vivencias similares.
            Si tomamos la analogía de un archivo, siempre que se coloca una nueva ficha para ubicarla hay que mover las otras fichas cercanas. En la conciencia ocurre lo mismo. Una nueva vivencia nos obliga a remover y actualizar el mismo tipo de hechos , palabras y sentimientos que ya estaban almacenados en la conciencia, aunque aparentemente estuvieron olvidados y enterrados. En sentido figurado este proceso es los mismo que ocurre en mientras soñamos. También explica porque hay palabras y acontecimientos que nos afectan más que otros. Muchas veces, al archivar una nueva vivencia se renuevan vivencias anteriores, algunas penosas, que han dejado sus huellas en el alma, pero cuyo recuerdo habíamos reprimido para no tener presente la emoción asociada.
            Un sueño retrata una parte de nosotros como algo exterior a nosotros. Porque un pensamiento o una emoción es algo que experimentamos, no algo que somos. Al mostrar nuestros impulsos o temores como algo exterior a nosotros, los sueños son capaces de representar contradicciones y anomalías que de otro modo, nos resultaría difícil admitir.
            Al otro día, ese joven que en siglos pasados podría haberse llamado Arnau o algo así, y haber peleado en cruentas batallas, me escribió por el chat preguntando como estaba. Hacia tiempo que no hablábamos, no se si es CASUALIDAD O NO, pero el me habló otra vez, aunque yo meses antes creía que ya ni amigos éramos, pero ahí estaba, del otro lado preguntando como estaba. ME DIO MIEDO, por suerte hoy se lo conté a el y al mundo. Espero que algún día lo pueda ver, y así este vacío del hermano que nunca tuve se desvanezca.  


viernes, 1 de julio de 2011

La Reforma Vareliana

“La tiranía no es un hecho de Latorre, es un fruto espontáneo del estado social de mi patria. No se puede combatir con mas seguridad la dictadura que transformando las condiciones morales e intelectuales de mi pueblo, no pueden transformarse esas condiciones por otro medio que por la escuela y puesto que yo aspiro a verificar aquella transformación por este medio y que no me da el pueblo la dirección escolar, la recibo que quien me la da, sea quien fuere”.

“… ni los pueblos ni los gobiernos podrán realizar reformas que tengan alguna importancia sin el auxilio de un breve sistema de instrucción pública”.

                                                                                   José Pedro Varela
              

            El país que Varela llegó a apreciar en su corta vida estaba pasando por una etapa difícil, y más que eso, de transformaciones. El libertinaje de los campos, conducidos por la “barbarie” de los caudillos y los centros poblados escasos y sin organizar preocupaba a los intelectuales, y ciudadanos que veían en la creciente modernización del mundo una manera de crear una ciudadanía donde los valores mas intrínsicos del hombre y el desarrollo económico lograran materializarse.
            En este contexto Varela entiende que es por medio de las instituciones educativas que el hombre mediana o de forma general construya su medio,  se eleve y forme una gran nación. Objeto que lo había visto en sus viajes a Europa y Estados Unidos, donde las corrientes educativas del momento eran las más avanzadas. Y ya que las condiciones de su pueblo no se lo permitía, se unió de una forma racional a su enemigo tan criticado como el despotismo y la tiranía propia del gobierno de turno. De esta manera vio en Latorre, a quien años antes había combatido junto a sus camaradas, por el mismo hecho de defender la libertad y el libre y democrático gobierno que consideraba que provenía del pueblo y no de una dictadura; a un hombre que pretendía “civilizar” a los estratos sociales y educarlos para trasformar el país en una nación rica y productiva. Lo usó como una fuente de recursos que tenía las herramientas necesarias para llegar a todos, y que en esa etapa de reformar la educación, creó los registros civiles, extendió el telégrafo, separó a la Iglesia del estado, alambró los campos, en fin, modernizo al Uruguay. Varela entendió que era necesario unirse, y logró de alguna forma impregnar sus ideas de la educación que hasta hoy se continúan.
            La acción de la educación es una y múltiple, fortalece los lazos y ayuda a superar los problemas sociales, hay tantos tipos de educación como clase de una sociedad, la educación brindada en el campo no es la misma que  en la ciudad, ni de las clases sociales altas la misma que las mas pobres, esto estaría denotando el carácter múltiple de la educación. Era lo que sucedía en el momento histórico en el que Varela se vinculaba. El sabia que para combatir la crisis en su totalidad, era imperante que el educar se trasformara en un motor accionante directo y que lograra cambiar la sociedad.
            Es muy difícil lograr los cambios en una sociedad. Requiere cierta madurez de quien la proponga. Además  se necesita que ellos tengan intereses personales que solucionar o lograr, que se sumarán a las inquietudes sociales del grupo. Sino se dan estas circunstancias, tampoco se pueden pensar los cambios. Porque lo que puede ser necesario para unos, será ineficaz para otros.
            Con esta situación, el reformador aseguraba que la educación destruía los males de la ignorancia, aumentaba la fortuna, prolongaba la vida, aumentaba la felicidad, rompía con los crímenes y los vicios; era clave para enfrentar la crisis que el Uruguay de fines del siglo XIX estaba experimentando. Para él la educación tenia como principal finalidad sacar al hombre de su individualismo innato e insertarlo en la sociedad, debe “socializar” al individuo.
            Este desarrollo contribuirá a la conservación de la salud, prolongando la vida del individuo, enriqueciendo y vigorizando la mente, fortaleciendo la conciencia del bien y del deber del individuo. Es a lo que Varela llamará la “Triple naturaleza del hombre”.
            Por ser una función social, la educación debe ser controlada por la sociedad y condicionada por la intervención del estado. Éste deberá ser en gran parte el responsable de que dicha acción educativa se desarrolle en la medida correcta y esperada, dando combate a las iniquidades que se producen en el pueblo, producto de la ignorancia y la falta de educación. Deberá la articulación y la complementariedad de  la educación formal y no formal con el propósito de que esta atribuya a la reinserción y continuidad educativa de las personas.
            La educación mejora la convivencia. Como vemos en el Uruguay actual de hoy, donde la problemática educativa es notoria, por ejemplo, los inversores extranjeros ven que en nuestro país no hay calificación obrera para manejar las herramientas y maquinas que esa industria necesita, tal es la situación mas allegada a nosotros como la de los productores arroceros que traen personal especializado del sur de Brasil, por no contar con los mismos en Uruguay. Esto sucedía en la época vareliana, donde la inminente industria y comercio demandaba estabilidad social y los inmigrantes llegaban con los oficios y las herramientas propias, y se encontraban  con una situación desfavorable, ya que la población estaba inmersa en una falta de educación y valores que permitieran el impulso para crecer y transformar la economía.
            Es clara la afirmación de Varela de que “la educación no puede desarrollarse sin el auxilio de un buen sistema de instrucción pública”, patentado por el estado, y fue éste respaldo que encontró en el gobierno de Lorenzo Latorre. En palabras de Pual Bélenger: “El planeta no sobrevivirá a menos que se torne un planeta educador”.


Bibliografía:
  • “Varela 1968”- Unión del Magisterio, Colección “Herencia Cultural Uruguaya”, Montevideo 1968.
  • La Educación del Pueblo”- José Pedro Varela, Montevideo 1874
  • “La legislación escolar”- José Pedro Varela, Montevideo 1876 crislop7@hotmail.com